Gibareto

Imagina la siguiente situación:

Recientemente la NASA ha descubierto una nueva forma de vida aquí, en la Tierra. Se trata de una bacteria cuyo ADN no incluye el fósforo sino el arsénico. Hasta ahora era impensable que el fósforo no formara parte del ADN celular… hasta ahora. El arsénico es mucho más inestable y las moléculas que lo contienen duran poco tiempo debido a esto. Imagina que, precisamente por eso, el ADN de esa bacteria ha aprendido a reproducirse mucho más rápido para paliar la inestabilidad y eso, sin duda, conlleva una mayor frecuencia de mutaciones; en definitiva, una evolución mucho más rápida. Imagina que esta bacteria será consciente de sí misma en muy poco tiempo y que, a partir de ahí, su inteligencia crecerá exponencialmente superando a la nuestra —cosa nada difícil—.

La bacteria vive en un lago de California en el que abunda el arsénico. Imagina que por las profundidades de ese lago, las compañías de telecomunicaciones decidieron pasar sus cables de conexión entre nodos troncales de la gran red. Imagina que la bacteria ha sido ya capaz de aprovechar esa conexión de banda ancha gratuita y monitoriza el tráfico que circula. La bacteria, consciente de su poder, quiere más pero se da cuenta de que ahora el poder está en manos de Google… y ¡ataca! Empieza a interrumpir el tráfico de Google y lo suplanta con su propia información, con su propio criterio.

Tú te levantas una mañana, te haces un café y te pones delante del ordenador para leer tu correo. Intentas entrar en tu cuenta de correo de GMail pero lo único que recibes es un error de conexión y una invitación para que uses el nuevo ARSMail. ¡Oh-dios-mío! ¡Mis siete gigas de correo inaccesibles! Mi receta del pudding de bellotas perdida para siempre. Me quiero morir…

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